viernes, 12 de abril de 2013

Mi invitado especial – San Juan 12: 1- 3 (Emanuel Espinoza Figueroa)


Sucede que cuando uno hace una invitación a una persona especial a un lugar determinado como por ejemplo tu casa, uno toma algunas medidas, trata que todo esté ordenado, tener cosas ricas para el invitado especial.  De hecho conversando con mi profesora de liderazgo veíamos como algunas familias tienen cosas sólo para visitas. Ejemplo: un lindo mantel, vajilla, cubiertos etc. Queremos que se sienta cómodo para que se vaya contento. De hecho a veces das más de lo que tenías considerado como por ejemplo, mostrar fotos de tu familia que tienen un precio sentimental muy alto.

Pero pasa aquí que María estaba a la mesa con Jesús, lo más probable es que lo haya estado escuchando con una cierta admiración, también lo más probable es que la mesa estuviera llena de cosas ricas, con una buena decoración y Jesús estaba muy cómodo.

Pero me da la sensación que María estaba intranquila, no quería desaprovechar la oportunidad de querer sorprender a Jesús, por lo que empezó  a pensar en qué podía hacer, quizás cantar, contar alguna experiencia importante, y se acordó, que en su habitación, en el último caóno de su closet, que estaba con llave, ahí guardaba un perfume de nardo. Con gran entusiasmo, corrió a su habitación, busco las llaves y se apresuró a sacar este perfume. Esta era la oportunidad de darle algo tan preciado a Jesús, con tal de que Él nunca la olvidara y lo más importante, que algún día volviera a su casa.

Leer Juan 12:3 - Entonces, María salió de su habitación y todos se dieron cuenta que ella iba hacer algo, su cara denotaba que algo iba a suceder. Corrió donde Jesús, no le dijo ninguna palabra y le pidió sus pies y procedió a ungirlos con este perfume.

María había sacrificado algo tan preciado, de tanto valor para ella, para Jesús.

Ahora bien, cuando tienes a este invitado especial, lo atiendes tan bien que tú te sientes cómodo, tranquilo, satisfecho y más tu invitado. Luego vez que Él se muestra tan contento que lo sigues atendiendo porque es tu potencial invitado que va a volver.

Reflexión: Estamos hoy, como invitados delante de Dios, estoy seguro que él está dispuesto todos los días sacrificar cosas para que te sientas cómodo.  Pero quiero llevarte a un nuevo escenario. Dios es tu invitado, y llegó a tu casa, qué estás dispuesto a darle a Dios para que se sienta cómodo, que se sienta contento, qué podrías sacrificar.  ¿Crees que será un potencial invitado que querrá volver?

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